África y América Latina son regiones distintas, pero a la vez similares en sus bellezas naturales, en las tradiciones ancestrales y en el deseo de avanzar contra la desigualdad.
Hace pocos días recorrí por primera vez las tierras de Tanzania, un sueño hecho realidad a través del hermoso Parque Nacional de Serengueti. Esta extensión de 1,5 millones de hectáreas exhibe una impresionante fauna salvaje, presidida por "los cinco grandes de África": leones, leopardos, rinocerontes, elefantes y búfalos; además de hipopótamos, cocodrilos, jirafas y otras especies protegidas.
Allí despunta el cráter de Ngorongoro, considerado una de las mayores calderas volcánicas del mundo. Con base de operaciones en el Four Seasons Safari Lodge Serengeti, constaté un servicio de excelencia comprometido seriamente con el medio ambiente, pero también con el desarrollo comunitario a través de programas educativos y sanitarios. Todo está pensado para preservar el ecosistema, desde los safaris hasta la forma de interactuar con la naturaleza.
De la mano experta de Sadick Said conocí a la tribu masáis, que aún vive con modos tradicionales. A pesar de sus vidas austeras, ellos cuentan con escuelas comunitarias que preparan a los niños antes de empezar la primaria.
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