Cada día llegan inmigrantes latinos a Miami por montones. Vienen desde México, Perú, Argentina, Guatemala, entre otros. Hoy queremos contarles la historia de dos inmigrantes cubanos, Ariel y Helen Arias, quienes atravesaron demasiadas adversidades 20 años atrás, pero que, gracias a su persistencia y su enfoque, lograron ser una historia de éxito y poner su negocio de remodelaciones e instalaciones en Miami, Arias Remodeling.
Llegando a Miami con un sueño
Ariel y Helen salieron de su país natal en el año 1999 con las manos vacías, pero con muchas ganas de crear una nueva historia para sus vidas. Ellos se conocieron en Miami, mientras Helen trabajaba para un banco y una oficina de abogados y Ariel era ayudante en trabajos de construcción.
Ariel nos cuenta que antes de llegar a Estados Unidos, tuvo 3 operaciones delicadas en la rodilla y nos relata “estuve un año completo sin caminar, solo usaba su silla de ruedas. Los doctores hablaron con mi familia y les dijeron que yo nunca más iba a poder caminar”.
Hasta hoy en día, estas operaciones afectan su día a día, aún más trabajando en la industria de la construcción. El esfuerzo excesivo, cargar lozas, materiales pesados y hacer más de 20 cubetas de mezclas al día, lo llevan a recaer constantemente.
“Tengo momentos en los que estoy bien, otros no tanto. Me han hecho radiografías, exámenes y he tenido terapias que me han ayudado mucho, pero en ocasiones necesito reposo absoluto, ya que el simple hecho de manejar me lastima”, nos cuenta Ariel.
Debido a esto, Helen se convirtió en su fuerza y apoyo en todo momento para poder recuperarse y se encargó de mantener la economía de ambos y de sus familias. Al ver que la salud de Ariel era frágil, ambos decidieron dar el siguiente paso y emprender.
Nuestro primer negocio y nuestra primera decepción
Es así como, a la par de sus trabajos, deciden abrir una tienda de misceláneos. “Yo empecé a pintar algunos cuadros en el patio de la casa, comprábamos las canvas, las pinturas y todo lo necesario. Solía pintar en las noches y al día siguiente los vendíamos en la tienda. Vendíamos estos y otros artículos comprando en los almacenes chinos al por mayor”, nos cuenta Helen con mucha añoranza en su voz.
Pero en toda historia de éxito, siempre hay decepciones y esta no sería la excepción. Helen nos cuenta que en medio de ese camino de emprendimiento hubo momentos muy difíciles, pero quizás el más duro fue el siguiente:
“Un fin de semana decidimos dar un pequeño paseo y cuando regresamos nos habían robado todos los artículos de la tienda. Era empezar de cero. Yo tuve que pedir trabajo nuevamente en la oficina de abogadas para la que trabajaba y Ariel regresó a sus cubetas de mezcla. Tuvimos que cerrar la tienda porque no teníamos dinero para volver a invertir".
Aunque muchos podrían creer que ese sería el fin de los deseos de emprender, Ariel y Helen decidieron no perder el enfoque. Si bien sabían que ya no podían volver a retomar ese negocio no podían dejarse caer y así llegó una nueva.