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Las relaciones de amistad son necesarias para la estabilidad emocional y el buen desempeño profesional, pero no todas son beneficiosas. Los líderes deben saber elegir.
Nuestros padres tenían algo de razón cuando decían aquello de "no me gustan esas amistades". Es verdad que un adulto no es tan influenciable como un niño o un adolescente, pero en cierta medida nuestros amigos ejercen una influencia sobre nosotros: acabamos pareciéndonos a quienes más estrechamente nos rodean. Los grandes líderes lo saben y por eso eligen sus relaciones de forma beneficiosa.
Una parte de las amistades son fruto del azar. La vida nos relaciona con personas próximas, vecinos, compañeros de estudios o trabajo, colegas, padres del colegio de los hijos, gente que conocimos en el gimnasio o practicando otras aficiones, amigos de familiares y parientes… Las relaciones personales son necesarias para el equilibrio emocional, pero todo líder sabe que una cosa son los amigos del alma y otra muy distinta hacer negocios con ellos.