Foto: CNN
Durante los últimos años, tanto a nivel internacional como nacional, los miembros de la prensa están experimentando ataques de gobiernos poderosos y de la gente en general. Hace unas semanas me sorprendió una presentación sobre este tema preparada por uno de mis estudiantes de derechos de los refugiados.
Asigné una tarea en la que esperaba que el estudiante argumentara el caso como el de un periodista que huía por temor a la persecución por su opinión política. Pero el estudiante preparó su presentación únicamente sobre el hecho de que el solicitante de refugio estaba siendo perseguido por ser periodista, y colocó a los periodistas como miembros de un grupo social particular tal y como lo plantea la definición de Refugiado de la Convención.
Su presentación me llevó a analizar el tema con más detalle y, dado lo que ha estado sucediendo con los medios de comunicación en los Estados Unidos, en Ontario y, esta semana, con el tratamiento brindado a los reporteros que informaron sobre el abuso sexual en la escuela privada St. Michael, ya que algunos padres no estaban contentos con las informaciones pues sentían que los reporteros estaban arruinando la reputación de las escuelas.
La libertad de prensa es crucial en una democracia
Los medios de comunicación son necesarios para mantener a los ciudadanos informados y para que fluya la información y las ideas a fin de que las personas puedan tomar decisiones informadas y participar en el proceso democrático. La libertad de prensa es también un indicador importante de la salud de una democracia.
A lo largo de la historia, la desaparición de las sociedades ha llegado después de la erosión de los derechos de los medios de comunicación en esos países. Lamentablemente, el Índice Mundial de Libertad de Prensa de este año, realizado por Reporteros sin Fronteras, señala un aumento en los obstáculos que enfrentan los periodistas y la desaparición de la democracia en muchos países.
En el 2018 se celebra el 70 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Es importante tener en cuenta que la Declaración establece que:
“Toda persona tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye la libertad de tener opiniones sin interferencias y de buscar, recibir y compartir información e ideas a través de cualquier medio y sin importar las fronteras”.
Estos mismos derechos a la libertad de expresión consagrados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos hace 70 años están ahora en peligro. 2018 ha demostrado ser un año en el que nadie puede dar por sentado nuestros derechos humanos, ni siquiera en las democracias bien establecidas.
El Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) documentó que en lo que va del 2018
- 43 periodistas han sido asesinados
- 262 siguen encarcelados desde el 2017
- 59 están desaparecido.
El brutal asesinato del periodista saudí Jamal Khashoggi en Turquía hace unas pocas semanas, seguido de la brutal violación y asesinato de la periodista búlgara Viktoria Marinova, son ejemplos del aumento y descarado desprecio por la libertad de prensa en el mundo.
Según el director ejecutivo del CPJ, el aumento en la persecución de periodistas tiene relación con la forma en que el presidente Donald Trump y otros líderes mundiales han difamado a la prensa. Los reporteros han sido etiquetados como terroristas en algunos lugares y declarados "enemigos del pueblo".
Esta es una situación muy triste, ya que son los periodistas quienes, a través de sus artículos de investigación y de sus informaciones, mantienen a los gobiernos bajo control. Si no fuera por los periodistas serios y los medios de comunicación, muchas transgresiones e injusticias pasarían inadvertidas.
Este tipo de retórica, según dos expertos en libertad de expresión nombrados por las Naciones Unidas y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, es muy peligroso y aumenta el riesgo para los periodistas.
El término y el uso de la expresión "noticias falsas" aumentaron en el 2017 con el presidente Trump y ayudaron a manipular la opinión pública. Las líneas se han difuminado entre la realidad y la ficción y seguirán siendo borrosas, ya que la concentración del control de la información se limita a un puñado de compañías que controlan lo que vemos en línea.