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Desde que asumió la presidencia hace casi un año, Donald Trump ha tenido un objetivo bastante claro: endurecer las políticas migratorias de Estados Unidos.
Desde la suspensión del TPS a miles de latinos hasta la eliminación de DACA, la deportación de inmigrantes se ha vuelto algo bastante común que aterroriza a los miles de indocumentados que hacen vida en el país.
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Hace tan solo pocos días el nuevo portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, argumentó que “personas que pueden hacer daño o han hecho daño y tienen antecedentes criminales son el centro de la atención. En la actualidad la prioridad está en las personas que han hecho daño al país”.
Aseguró que avanzarán de una manera sistemática y que precisan orientar a las agencias a concentrarse en aquellos que están de manera ilegal y tienen antecedentes criminales o “representan una amenaza”.
El tema de la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA) no quedó fuera de la mesa y ante una consulta sobre si tenían previsto firmar algún decreto en su beneficio, Spicer afirmó que de inmediato no habría novedades al respecto.
Este mecanismo fue adoptado en 2012 por el presidente Obama y permitía regular la situación de inmigrantes que llegaron ilegalmente al país como menores de edad traídos por sus padres. Se estima que al menos 740mil persona lograron regularizar su situación con este mecanismo.
A fines del 2014, Obama firmó otro decreto que extendía el beneficio de DACA a los padres de quienes ya habían regularizado su situación para evitar la división de familias.
Hace pocas semanas el presidente Trump, por su parte, decidió revocar este beneficio y miles de jóvenes latinos temen su deportación.