La semana pasada, medios de comunicación de todo el mundo transmitieron desde España las imágenes de uno de los rescates más difíciles de la historia. El pequeño Julen, de dos años de edad, murió tras caer a un pozo de 71 metros de altura (equivalente a un edificio de diez plantas) y tan solo 30 centímetros de ancho.
Su familia, que ya había perdido a un hijo anterior de tres años, está devastada, junto al personal que participó en el rescate. Siempre he pensado que nuestra existencia es un milagro. Venimos a amar, aprender y a cumplir nuestra misión de vida, hasta el día en que nos toque volver a la infinitud.
Los duelos, como el que ahora se vive en España, nacen del sentimiento de pérdida que nos puede generar un fuerte apego emocional hacia algo o alguien. Otros, no necesariamente están ligados con la muerte física. Sufrimos porque alguien se va ―bien sea de este plano o se muda lejos―, o porque algo a lo que nos aferramos se acabó:
- una amistad,
- una relación
- un trabajo
- un ciclo de vida
Entérate más:
Reflexiones: lo que otros quieren que seamos