Los “valores empresariales” son imprescindibles para garantizar la salud y la viabilidad de las organizaciones, e inherentes al estilo de liderazgo. Los líderes tienen que interiorizar estos valores e influir en iniciativas y acciones para repercutir directamente en todos los profesionales de la corporación.
Las organizaciones y sus líderes deben experimentar para desafiar dogmas, cuestionar prácticas tradicionales y desarrollar las iniciativas relevantes acorde con los tiempos articulando procesos de cambios necesarios. Pero para ello, hay que desarrollar un conjunto de valores corporativos fuertes y retadores, que sean claros para las personas, fuente de socialización y apego, que las sustenten con fortaleza. Estas fortalezas son bases de motivaciones y creencias comunes de las personas que la conforman.
Por ello, los “lazos de apego” son la clave necesaria para que haya congruencia entre los valores empresariales y los inherentes a cada individuo. Si no es así, las personas que trabajan en ellas los cuestionarán, criticarán e inconscientemente rechazaran.
En una sociedad de cambios, donde hay que adaptarse permanentemente a situaciones nuevas mediante la innovación y el emprendimiento, el “apego a los valores empresariales” es lo que las hace más potentes, más sólidas, más diferentes y más preparadas para el futuro. Es la fuente de poder. El sentimiento de propósito, de promover un gran sentido de orgullo y pertenencia, y los aspectos claves para motivar y comprometer a quienes son personas de la propia organización.
Por tanto hay que:
–Conocer e integrar los valores propios de la organización. Y no utilizarlos como meros objetos decorativos.
–Internalizar y transmitir con emoción y convicción para todos. Asumir los valores como propios y desarrollar compromisos hacía la organización.
–Desafiar la historia y rejuvenecer la cultura corporativa apostando por nuevos valores y culturas más afines a los tiempos y mercados. A veces, siendo disruptivos.
Aquellas organizaciones que se sustenten en valores sólidos de las personas que la configuran tendrán las mejores oportunidades para sobrevivir y trascender a los exigentes entornos de mercado. Porque los sueños, éxitos, expectativas e ilusiones son propios de las personas.
Lo más importantes es saber que los valores definen los comportamientos, y estos a su vez los refuerzan y retroalimentan cuando son observados por el conjunto de las organizaciones.