La muerte de Charles Aznavour me sorprendió escribiendo esta columna. Enseguida recordé "Venecia sin ti", una canción que retrata fielmente su impacto universal. Varias generaciones de latinoamericanos disfrutamos aquellos éxitos.
Aparte de su talento como intérprete y compositor, Aznavour triunfó en nuestros países con la delicadeza de cantarnos en español, al igual que hicieron Nat King Cole, Abba, Laura Pausini, Rafaela Carrá y muchos otros artistas. Todos entendieron la fuerza de nuestro idioma en la expansión de sus carreras profesionales.
No hay dudas de que el español, con más de 500 millones de hablantes, experimenta una potente expansión y es expresión inequívoca de fortaleza cultural, donde quiera que se diga un "hola, qué tal".
Hoy existen programas de radio hasta en la lejana Australia, periódicos hispanos en Londres o Dubái y un enorme mercado de medios en Estados Unidos. Incluso, en Jamaica, buscan consagrar el español como segunda lengua nacional, para facilitar las relaciones comerciales con la región. Y en China, el gobierno acaba de incluirlo en la enseñanza secundaria entre las opciones de lengua extranjera.